En Expandr abordamos el tema de la innovación aplicada a la agricultura con procesos que son industriales pero no lastiman al ecosistema o contaminan los alimentos con pesticidas.
Así lo ha hecho Jaime Navarro, CEO de la empresa Rancho la Salud, en los últimos años, con bebidas fermentadas.
“Que ha devenido en una operación agrícola industrial, porque hemos evolucionado a la fabricación de fermentos probióticos y realmente somos una empresa que se ha verticalizado en el sentido de sembrar nuestros propios ingredientes, nuestros propios insumos que utilizamos para la producción de nuestros fermentos. Tenemos ya certificados orgánicos desde el año 2008 y con la operación de fermentación desde el año 2015”.
Uno de sus productos es la marca Coxala, que produce cervezas artesanales de cúrcuma y jengibre, sin alcohol y sin azúcar.
“Lo que hicimos fue incubarnos en una universidad para empezar a darle cuerpo a esta idea que nació por muchas razones, pero principalmente queríamos ofrecer una alternativa a las cervezas artesanales que estaban teniendo su apogeo muy fuerte aquí en México, y quisimos hacer esto como parte de la operación del rancho, que se ha venido transformando y la misma fermentadora ha venido transformando al rancho, ha sido un proceso simbiótico muy interesante”.
Esta empresa familiar, comprometida con la salud, realiza un método de siembra sin químicos y con una singular filosofía.
“El mantra del Rancho la Salud es hacerle el amor a las plantas, le hacemos el amor al jengibre, le hacemos el amor a la cúrcuma, y hacer el amor a una planta no es cultivarla solamente. Este proceso implica una capacitación y una educación a todas las personas que laboran en el campo con nosotros porque estamos muy convencidos de que la calidad de los insumos, del jengibre y de la cúrcuma, es principalmente el factor que determina la calidad de la fermentación y su debida envasada, entonces es importante que todo mundo esté sensibilizado, y es eso, es cuidarla, es darle alimentación adecuada, en el momento adecuado, interpretar cuando tenga sensaciones de molestia de alguna plaga o de alguna enfermedad, darle una ambientación holística a la integración de la planta hasta que llegue a una floración natural”.
“Entrar en otro esquema de tocar la planta, hasta de platicar con la planta, ponerle música, de traer público para que camine sobre los terrenos orgánicos, y eso implica capacitación a toda la gente que está trabajando con nosotros”.
“Bebidas nacionales, bebidas más probióticas, bebidas más saludables que realmente tenga un impacto que sea antiinflamatorio, antioxidante, que no estés afectado por ese tipo de bebidas isotónicas que a veces estamos acostumbrados a tomar durante las carreras”.
Su visión del campo es amorosa, cercana y productiva, pero en ese proceso también han sorteado varios retos.
“Tratar de quitarnos el chip de cómo hacer crecer alimentos en el campo, cometimos muchos errores, el primer error fue producir y cultivar el campo para buscarle comprador como cuando uno siembra maíz o frijol, lo siembra con la idea de poder colocarlo en el mercado y queda uno atrapado en una ecuación de decir mi proceso me está llevando a la venta, pero el problema es que como no somos comercializadores, en el campo somos muy buenos productores y la verdad es que los compradores no están ahí hasta cuando uno los llama, y cuando tienes un perecedero, hay cierto tiempo límite para sacar tu producto a la venta en buen estado y caes en manos de terceros de las centrales de abastos y yo sentía que no resolvía el problema de salud financiera que requería el campo”.
“Lo corregimos primeramente vendiendo para cultivar, cambiamos el chip y ahora hacemos agricultura por contrato y eso implica una responsabilidad”.
